Como olvidar aquella época en que mi baño, y posteriormente mi velador, se transformaron en prácticas estaciones de “alimentación”. Un buen termo (clave), medidas de leche listas (en la rapidez estaba el éxito) y mamaderas limpias pre armadas, eran parte de mi checklist diario antes de dormir. Lo que partió como una tímida práctica, luego se transformó en un indispensable al momento de conciliar el sueño y alargar la noche de mis niños, ¿pero eran realmente necesarias? Aquí te contamos cuándo tu hijo está preparado para dejar el pecho y/o la mamadera, y como abordar gentilmente la suspensión de la alimentación nocturna después de los 6 meses.
Leche: Nº 1 en el ranking de las muletillas
Amamantar o dar mamadera son por lejos la muletilla del sueño más utilizada. En mi caso, había creado una imagen casi romántica de ver a mis niños acurrucados en su cuna, tomando su ultima calentita leche antes de quedarse dormidos. Si ellos se la tomaban y todo ocurría “ más fácil”, ¿por qué no?. El problema vino después, cuando en cada despertar (fueron en aumento) necesitaban de esta misma práctica para poder conciliar el sueño. Fue mucho después cuando me di cuenta que no habían aprendido a conciliar el sueño por sí solos, y que necesitaban de esta muletilla para irse a dormir, sin embargo nutricionalmente hablando no necesitaban ser alimentados a esta hora.
¿Quienes están preparados?
Aquellos niños sanos, de buen peso, que tienen la autorización de su Pediatra y que cubren de forma satisfactoria sus requerimientos nutricionales durante el día, debiesen estar físicamente preparados para pasar 12 horas o más sin alimentarse de noche.
Calibrando el “reloj del hambre”
Para poder suspender las tomas de leche por la noche, debemos asegurarnos que nuestros niños están consumiendo la mayoría de sus calorías durante el día, evitando que despierten de noche con hambre. Es importante que a las horas de alimentarse estén despiertos (no dejen que se queden dormidos al pecho o con la mamadera) y descansados, de forma de asegurar que su ingesta sea la correcta. Si no están seguros de como seguir adelante, consulten con su Pediatra para ajustar volúmenes y cantidades acordes a las necesidades de sus hijos.
Una vez por noche, y nada más
Hay papás de niños menores de un año que aún no están listos para eliminar todas las alimentaciones nocturnas, o sus Pediatras recomiendan mantener al menos una leche en este horario. En estos casos, sugerimos restringir la leche a solo una vez por noche, siempre y cuando sea al menos CUATRO horas después de su última alimentación. Pueden esperar a que despierten por sí solos, o darles esta leche dormidos antes de que ustedes se vayan a dormir, generalmente a las 11:00 pm. Aliméntenlos rápidamente y evitando interactuar para que no se entusiasmen en permanecer despiertos.
Es fundamental elegir un enfoque y ser consistente. Los niños solo deben ser alimentados una vez por la noche y no de nuevo hasta después de las 6:00 am. Si se despiertan en otros momentos con ganas de comer, deben buscar otras formas de reconfortarlos. Siéntese junto a su cuna, ofrézcale tranquilidad física y verbal hasta que estén nuevamente dormidos.
¡Chao leche!
Ya sea para niños que amamantan o toman mamadera, entre los seis y doce meses, es posible realizar una eliminación suave y gradual de las tomas nocturnas. En el caso de la lactancia materna, reduzcan en 5 minutos el tiempo al pecho de forma diaria, hasta que lleguen al punto en que no lo necesitarán más. Tengan la precaución de soltarlos a penas hayan terminado de succionar con ganas, de forma que no usen el pecho como una forma de quedarse dormidos.
Para la alimentación por mamadera, pueden tratar de ir reduciendo el volumen o diluir la mezcla gradualmente, para que cuando se ponga muy acuosa, los niños decidan que ya no vale la pena pedirla.
Cuando la lactancia se reduce a cinco minutos, o la mamadera a 90 cc, es hora de parar.
Vasos antes de su 1er cumpleaños
En mi caso, mi hijo resolvía sus despertares nocturnos con una calentita leche, y una de las más efectivas estrategias que usamos para quebrar esta asociación, fue reemplazar su querida mamadera por un “lindo” vaso anti derrames de Paw Patrol. Como ninguna ley es pareja, erradicamos de la casa todas las mamaderas y nos invadimos de vasos de Mickey Mouse, Minnie y Frozen para todos. Desde ahí en adelante, el agua y la leche se tomaban en vaso, y de noche no solo desapareció la leche, sino que su amada mamadera también.
A medida que los niños crecen, se aferran cada vez más al pecho o la mamadera, convirtiéndose en objetos de seguridad, por lo que es muy importante potenciar el apego a otros objetos como un tuto o peluche para que en la noche pueda recurrir a ellos.
Después de los 12 meses: parar en frío
A diferencia de la eliminación gradual en guaguas, en niños de un año o más, la recomendación es dejar la alimentación nocturna de una sola vez. Acompáñenlos, siéntese a su lado y busquen otras formas de reconfortarlos. Usen su presencia y voz, y no den vuelta atrás, ya que el darles una leche luego de que han decidido dejarla, hará que el cambio sea más prolongado y difícil para ellos. Pueden dejarles un vaso o botella con agua, pero sean claros que esa cantidad debe durar toda la noche, y que no volverán para darle más.
La consistencia es la clave
Al igual como vimos en el post “Muletillas para Dormir”, la consistencia es la clave del éxito. Una vez que comiencen un nuevo hábito, ¡no vuelvan atrás! Esto solo confundirá a nuestros niños y tomará el doble de tiempo para romper esta necesidad. Enfóquense en que logren un buen descanso de día, esto permitirá que la aceptación de los cambios sea mucho más fácil para ellos y para ustedes. Mantengan horarios y rutinas, acuéstenlos somnolientos pero despiertos y ofrézcanle tranquilidad y apoyo. Recuerden un objeto de seguridad ayuda a realizar de forma más fácil esta transición.
La capacidad de los niños de conciliar el sueño y dormir es algo que saben hacer desde el útero materno, sin embargo, ¡sabemos que muchas veces puede ser desafiante!. El cariño, la contención, y la paciencia, serán claves hasta que los niños estén biológicamente preparados y se sientan realmente seguros para alcanzar una mayor autonomía en el dormir. Entonces, ¿se puede hacer algo al respecto? Sí, mucho más de lo que todos creen, pero siempre respetando el ritmo de los niños y de la familia. Si necesitas ayuda contáctanos, ¡podemos ayudarlos!
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